| Lectura recomendada (CODOS EN LOS MUSLOS) |

DIA DE MUERTOS

DIA DE MUERTOS
C I C U T A ☘︎ V I R O S A

∙ Hecho en China ∙


         Al cumplir siete años de edad, experimenté por primera vez el aislamiento a causa de la varicela. Para sobrellevar la ociosidad y la intensa comezón, mis padres me obsequiaron un dispositivo portátil con el juego más entretenido de la historia: el tetris. El pasatiempo consistía en  rotar cinco variantes de tetrominós para formar líneas horizontales en la parte inferior; cuando esto ocurría, la línea desaparecía, haciendo descender las piezas situadas encima. El juego concluía al amontonarse los bloques hasta la parte superior. Como en muchos otros juegos de invención soviética, el objetivo del juego era perder con el mayor número de puntos posibles. Al volver a clases mostré a mis compañeros la nueva adquisición; la miraron con asombro y al inspeccionarla mostraron su desprecio: no olvidaré sus palabras.

            -Ah, hecho en china- dijeron y me dieron la espalda. Regresé a casa molesto.

         El segundo confinamiento que padecí fue cuando adquirí el hábito de lanzar proyectiles con ayuda de una tirachinas (resortera) a los compañeros que me dieron la espalda. Fui suspendido dos semanas por golpear accidentalmente a la directora de la escuela, la cual me envió a casa diciendo:

           -«Esos chinos nomás fabrican puras porquerías. Qué tal si en vez de lunetas hubiesen sido piedras; y en lugar de mis nalgas hubiese sido mi cabeza, me matas o me dejas taruga.- prosiguió.-  Te  vas dos semanas para que reflexiones»  -  Afiné la puntería durante el periodo de suspensión.

         荒謬

     En días recientes surgió el hashtag: #EnLaCabezaNo. La ocurrente etiqueta rápidamente se  «viralizó»  y puso en alerta a la población mundial sobre los daños cerebrales que podía generar el uso de termómetros infrarrojos. La publicación señalaba que los dispositivos en forma de pistola emiten ondas radioactivas,  y al apuntar a la cabeza humana, estas generaran daños irreparables como la muerte neuronal del individuo. Como es costumbre, el pánico y la desinformación se apoderaron de nuestras sanas intenciones de recuperar la normalidad.

       La primera mitad del año concluyó con una noticia que tuvo escasa relevancia en los medios internacionales.  Los sucesos ocurrieron de la siguiente forma:

      Al cumplirse el centésimo día de distanciamiento social, la señora Luzdivina se despierta temprano a recibir los primeros rayos de sol en el balcón de su habitación. Al levantar ambos brazos para acariciar el alba, encuentra inaceptable su aroma a encierro, para remediar su mal, acude al lujoso centro comercial «El Edén»  para adquirir la nueva fragancia «Shumukh». Ansiosa por descubrir los estragos de la epidemia en la ciudad, decide manejar por cuenta propia y otorga el día libre a su chofer (la señora Luzdivina es generosa). Sube a su convertible escarlata y conduce asombrada por las desiertas avenidas.  Al llegar al lujoso almacén, se niega a tomar la temperatura con el dispositivo electrónico pues leyó un artículo sobre el peligro de los termómetros digitales. Tras negarle el acceso, el  gerente de la tienda se ve en la necesidad de ponerla al tanto de las disposiciones gubernamentales. Luzdivina ingresa con enfado y desconfianza, persignándose, ruega a Dios Nuestro Señor, la proteja. Bien perfumada conduce hacia la casa club para reunirse con su exclusivo circulo de amigas y ponerse al día en compañía de unas mimosas. En el trayecto se percata por el espejo retrovisor que su cabello ha perdido el  negro azabache y las raíces dejan ver algunas canas. Apresurada, toma su celular para pedir cita en el salón de belleza «Los laureles». Mientras conduce y habla por  teléfono, no distingue el color en el semáforo y atropella a Josecito, un limpia parabrisas de diez años de edad.

Al rendir su declaración recuerda el termómetro infrarrojo en el centro comercial:

         -Oficial, me tomaron la temperatura apuntando mi frente. La culpa no fue mía.

         -Esas cosas son chinas, señora. ¡No sirven!- Contesta el coronel Medrano. 

冠 狀 病毒

         El martes 31 de diciembre de 2019, mientras el mundo occidental celebraba de forma intempestiva la culminación de la primera década del milenio, la organización mundial de la salud (OMS) con sede en Suiza, anunciaba un conglomerado de casos de neumonía en una localidad del  país más poblado del mundo, China. Tres meses más tarde, la misma organización declaraba al nuevo coronavirus como pandemia; enviando a tres cuartas partes de la sociedad mundial a recluirse en sus hogares. Entre que los especialistas de la salud se coordinaban para dar un mensaje conciso a la población, y los dioses discutían quien sería el encargado de salvar  al  mundo en esta ocasión: nosotros optamos por culpar a los chinos  y sus hábitos alimenticios.

      El mes que se detectó al paciente cero con COVID-19, los chinos celebraban el año del cerdo; muchos señalaron a este animal como el principal responsable de la bacteria que desató la epidemia, pero los chinos, introvertidos como siempre, tenían otros planes para nosotros con la consigna «si se mueve: se come» , o al menos eso fue lo que nos hicieron creer en un principio.

 遺產

     En la época de las cinco dinastías de la antigua civilización China, se realizaron notables aportes  tecnoculturales a la humanidad; siendo el papel y la imprenta dos de los inventos más importantes que los chinos regalaron a la posteridad. Debemos también a los chinos el tacto culinario; para  hablar de la gastronomía china tendríamos que empezar enalteciendo su amor hacia los ingredientes; sus espectaculares campos de trigo y arroz son una pequeña muestra de las capacidades agrícolas de la superpotencia.

     China ha revolucionado al mundo a lo largo de la historia; su influencia es tan grande que sin ellos no concebiríamos el mundo tal y como lo conocemos. Los chinos nos enseñaron a navegar y orientarnos en el trayecto con el uso de la brújula. Fueron también los primeros en ponerle pólvora a un instrumento de defensa: invento que ha dejado más muertes que cualquier pandemia antes vista.

杜因

     Con la llegada de las telecomunicaciones y su acelerada innovación tecnológica, hemos aprendido a recibir y compartir información a velocidades nunca antes vistas. Por primera vez en la historia experimentamos sentimientos encontrados; con la cuarentena -que parece no tener fin-, encontramos distractores inmediatos: creamos pequeños videos y los compartimos con el mundo, para que esté al alcance de todos la extraordinaria gracia que Dios nos dio. La  mano con la que señalamos a China como el autor intelectual de la tragedia, es la misma con la que sostenemos el teléfono (de fabricación china) que forma parte ya de nuestro cuerpo. Qué los chinos sigan comiendo lo que quieran y que violen la privacidad del mundo a través de la informática; mientras mi dispositivo responda y no desaparezca Tik Tok, estaremos a salvo.

»Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.» 
-CONFUCIO,filósofo Chino.-

                                       
                                       






Comentarios

  1. En general, el texto parece abordar temas relacionados con la discriminación, los estereotipos y la desinformación. La narración tiene un tono irónico y satírico, y en algunas ocasiones utiliza un lenguaje coloquial y humorístico para abordar temas más serios. En general, el texto parece tener un enfoque crítico y cuestionador sobre las actitudes y percepciones de la sociedad.



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