| Lectura recomendada (CODOS EN LOS MUSLOS) |

DIA DE MUERTOS

DIA DE MUERTOS
C I C U T A ☘︎ V I R O S A

Cicuta Virosa I ✏ Marion Sylder


   Creo que me lo dijo por primera vez a los doce, pero al chile ni me acuerdo bien. De tanto pinche fumar esta madre ya ni me acuerdo de muchas cosas, ni pedo; pero fue por ese entonces más o menos, o si ya me lo había dicho antes, pues tampoco me acuerdo, pero bueno, el chiste es que me lo volvió a decir después de un chingo de tiempo, pero diferente, ahora empezó diciendo que no vivía tranquilo y que se sentía muy culpable por haberme trazado este camino. Sí te acuerdas de que mi jefe se dedicaba a la maña, ¿no? Sí, seguro te acuerdas y que sabías, pues tampoco es que fuera algo muy escondido, además, pues un chingo de banda del barrio se dedicaba a lo mismo, así que a nadie le va a sorprender. Pero bueno, te decía eso de que ahora empezó con que se sentía culpable y que su puta madre y luego siguió con lo de siempre, que se acordaba que ya desde chiquito cuando su compadre Carlos iba a la casa para repartirse el botín de la noche, yo me acercaba ahí a la mesa donde estaban y preguntaba que qué hacían y Carlos me respondía que se repartían la pasta. Y sí, creo que medio me acuerdo de un día cuando le pregunté que qué era la pasta y él empezó a frotar la yema de su pulgar con los otros dedos y me acercó la cara y me dijo: ¿pues cómo que qué va a ser la pasta, mijo? Esta es la pasta y cogió un billete de la mesa y me lo dio y me dijo que me comprara algo de la tienda. También volvió a decirme de un día que fue por mí al kínder y que ya nos íbamos cuando la directora pegó la carrera para alcanzarnos y que le dijo que me había escapado del salón y que había entrado a su oficina y que cuando me vio hurgando en sus cajones me preguntó que qué estaba haciendo ahí y que yo le dije que estaba buscando un poco de pasta y que le recomendó mandarme a la escuela con los dientes bien lavados desde casa, ¿tú crees?, cinco años he de haber tenido cuando hice esa mamada,  pero, bueno,  mi jefe me dijo que le había dado mucha risa eso y que cuando nos fuimos me revolvió el pelo y me dijo: ¡chamaco cabrón! Y que ahora ya podía ver claramente que ese fue el momento exacto cuando se condenó al infierno, y yo me le quedé viendo como diciendo: oye nomás esa pinche mamada. Me dijo que si me acordaba que ya cuando estaba más grandecito, cuando fuimos a la fiesta de la beba por sus quince, que me había llamado  para que fuera ahí a la mesa del fondo donde estaba con su compadre y que me había dicho que fuera a bailar con mamá para que lo dejara seguir chupando sin estarle chingando la madre con sus cosas y que yo le dije que no y que entonces él me dijo que me iba a dar un billete de diez mil pesos si lo hacía y que entonces yo fui de inmediato a cogerle la mano a mi mamá y que hasta le estuve zapateando bien y bonito ahí en la pista y que mamá estaba re contenta y que cuando regresé me fui caminando derechito hasta él y que lo interrumpí con unos golpecitos en la rodilla y que cuando volteó le dije: ¡dame mi pasta! Y que él me dijo, ¡bien! Esa la diferencia entre la pasta y el dinero, si entiendes, ¿verdad? Y es que creo que me salté esa parte, pero pues en ese entonces yo andaba de preguntón y dice que quería saber cuál era la diferencia entre la pasta y el dinero y que yo cuando le pedía a mi mamá decía dinero y que cuando le pedía a él para comprar algo yo decía siempre pasta y entonces ya luego fue lo de los quince de la beba que te contaba donde según él fue que me explicó la diferencia entre la pasta y el dinero.  Me dijo también que se acordaba que en ese entonces para él eso eran lecciones y que hasta se sentía muy orgulloso de lo que me enseñaba y que se decía a sí mismo ¡a huevo, mi hijo va a ser bien cabrón! Y pues te digo que era cierto, wey, porque esto ya me lo había contado un chingo de veces, pero diferente, como te decía, antes me acordaba que hasta se paraba el pecho cuando me platicaba sus lecciones y me decía: a ver, ¿quién te enseñó eso?, ¿verdad que yo, cabroncito? Yo fui. Y ahora se acordaba de esas partes como con lamento y al principio pues si me saqué de a pedo bien cabrón, pero luego ya lo pensé bien y me dije, ¿qué te sorprende? es normal que diga esas mamadas si se volvió cristiano, pinche viejo culo, ¿no? Pero cuando lo agarraron y lo verguearon allá por la Guerrero, el día que ya hasta le iban a prender lumbre, dice que en ese momento vio a Cristo y que lo vio con los mismos colores de un caleidoscopio que tenía mi abuela y que se lo prestaba para ver de chiquito, que mi abuela lo había comprado afuera de la iglesia de San Pancho y que ese era el mismo Cristo que se le había aparecido y que lo había salvado de morir quemado y que le había revelado cosas y que quién sabe cuánta pinche mamada. Y yo viéndolo como diciendo chale, mi jefe se quedó bien pendejo de la putiza que le acomodaron. Es que si lo hubieras visto cuando fue a decirme sus mamadas… Todo pendejo... Bien cambiado… Con su camisa bien fajadita… Chale… ¡Qué pinche coraje! Me dijo que con lo del Cristo pensó que había encontrado la paz y que podía vivir su vida tranquila, sin hacer daño a nadie pero que entonces se dio cuenta de lo que había hecho conmigo, pero ¿cómo vergas dijo?... Ah, sí, dijo que vio el fruto de la semilla que había plantado y que todo tiene un precio y que él había firmado su condena al infierno desde hace mucho con lo que me había hecho y que ya solo confiaba en que antes de morir mi jefa me hubiera enseñado algo bueno que se me hubiera quedado grabado en choya, como a él le enseñaron al Cristo de niño y que esperaba que no fuera demasiado tarde, que ya se había enterado de lo del muecas de que hace poco lo habían desmembrado y aventado allá por Milpa Alta, que me daba una feria pero que me fuera lejos y que empezara con cualquier trabajito honesto, que ya se había enterado de que yo también andaba amenazado y que ahora veía claramente que parte de su infierno iba a ser ver a su hijo todo torturado o desmembrado y que eso no iba a poder aguantarlo, pero que todavía estaba a tiempo de salvarme y me dio el caleidoscopio de mi abuela y me dijo: míralo hijo y deja que entre en ti, acéptalo en tu corazón y antes de irse me dijo que me iba a dejar un dinero  ahí con doña Chayo, la de la tienda, que ni tenía que decirle nada a él, que solo pasara y que le dijera a Doña Chayo que iba por la feria y que como ella ya sabía que chow ni me iba a preguntar nada. Luego se fue con su jeta bien arrugadota y unas pinches ojerotas que hasta parecía que le colgaba la cara. Y yo me quedé ahí cómo diciendo: ¡qué pinche pedo! Y más que andaba bien pacheco. Total, que me prendí otro porro y me quedé pensando en totas las mamadas que me había dicho y hasta me acordé del billete ese que me dio ahí en los quince de la beba por bailar con mi jefa y que me puso en la bolsa del pantalón y que luego cuando me quedé dormido me lo quitó el hijo de su puta madre y que eso también me lo contaba siempre y me decía que eso había sido para que aprendiera a andar a las vergas y que no me confiara ni de mi propia sombra. ¿Cómo ves? Esa fue la última vez que lo vi. Apenas hace como dos meses que vino a verme el panzón y me dijo que nos fuéramos en chinga, que se había muerto mi jefe y pues sí me saqué un poco de pedo. Y ahí vamos corriendo, no, a ver qué chingados y pues ni había llegado la ambulancia porque te digo que era recién que lo habían encontrado ahí tumbado en la mesa. Cuando llegamos ahí seguía, ya bien tieso, y pues medio vimos qué pedo porque no había nada de sangre o algo raro de que se lo hubieran chingado, nomás ahí cerquita tenía una taza y un periódico. La estufa estaba apagada, pero había un pocillo y el panzas que fue el que se acercó me dijo que era como un té de manzanilla y que por cierto que hasta creímos que igual y se había sentido mal y que había pensado que con un té se le iba a quitar lo que tuviera. Total, que ya llegó la tira y luego los de la cruz verde y pues ya sabes que empiezan a ver qué pedo y a preguntar todo y de todo, qué quién chingados había visto y que quién estaba cuando pasó y todo un pinche desmadre. Al final se lo llevaron, le hicieron la autopsia y ya luego nos dijeron que se había envenenado con un chingo de cicuta, ¿cómo ves, cabrón? Bien pinche loco, ¿no? Y el periódico ese que tenía ahí cerquita, resulta que era el de la noticia del muecas, cabrón. Seguro se paniqueó con lo que le dijeron del pedo que traemos con el yonqui, pero pues acá ¿no? Tú ya te la sabes que esto se trata, de ver quién tiene más con queso y pues nosotros andamos bien firmes. Y pues el yonqui ya va pa´fuera. Seguro algo hizo el cabrón que no gustó allá arriba poque el comandante ya nos dijo que ese wey está pelas, que no tarda en chingar a su puta madre y pues ya hasta nos ofreció la plaza y ahí vamos a entrar con todo mi rey, pero pues qué te digo, mi jefe y sus pinches mamadas, ¡Qué puto coraje! La neta. Siempre fue bien cabrón y al final murió bien pinche culo. Y mira, pa que veas que no te miento. Ve ahí encima de la mesita. Sí, ese mero. Agárralo, agárralo con confianza carnal. Ese es el caleidoscopio que me dio. Échale un ojo. Se ve bien tripy. Un chingo de colores bien pachechos y acá, el Cristo plateado en medio.

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